
El complemento de la Gastronomía es sin duda la “Buena Atención”, esto implica entender que el cliente espera de nosotros que esta atención sea “mejor que en la misma casa,” un servicio con respeto y armonía”, “un servicio dedicado a uno mismo como cliente” y para producir estos sentimientos o para que el servicio sea de primera línea, se debe tener actitud y voluntad de servicio. “Querer atender al cliente porque es una persona y no un número, ha escogido darnos la oportunidad de atenderlo para satisfacer su necesidad, al escoger nuestro restaurant, nos premia”. El cliente es persona, no es consumidor y menos un número. Sólo así crearemos fidelización con las personas y veremos los números que hacen posible el mantenimiento de nuestro negocio.

Esta relación restaurant – cliente, se valora más cuando aparece en la escena, en este encuentro-fusión, “Los imponderables”. Se pone a prueba ¿qué tan fructífera ha sido el construir esta simbiosis?
Mi experiencia en el restaurant Dominó, afamado por sus sándwiches, posee varias sucursales en la región Metropolitana y en el local al interior del Mall Vivo en Santiago Centro, esta relación cliente – restaurant, funcionó adecuadamente con los protocolos al presentarse “Los Imponderables”.

Por mi devoción a Cristo de Mayo, también conocido como Señor de la Agonía o Señor de los Temblores, a quien le encomendé la salud de mi marido y milagrosamente se recuperó, voy frecuentemente a la misa en la Iglesia San Agustín, donde se encuentra este crucifijo venerado de madera de arte sacro barroco y colonial chileno. El Cristo Mayo es custodiado por los frailes agustinos. La escultura fue tallada en el año 1613 por Fray Pedro De Figueroa. Tras el terremoto del año 1647 en Chile, se inició una procesión anual que se transformó en la tradición más antigua del país.
Es por esta razón y después de cada misa dominical, paso con frecuencia a comer un sándwich al restaurant Dominó, en donde trabajan meseras y garzones que atienden formal, amigable y con un aire juvenil.
Hace varios domingos que nos identificaban y poco a poco se ha establecido una amable y acogedora atención. Diría que hasta tienen buena memoria, porque recuerdan el nombre de mi marido, también muestran interés a la historia de Cristo Mayo de la Iglesia Los Agustinos. Esta relación entre personas me permitió salir adelante con “Los Imponderables”.
Uno de los tantos domingos que solicitaba mi pedido tradicional que era un sándwich Barros Luco, menú tradicional chileno que consiste en un agradable pan con carne y queso mantecoso derretido, acompañado de un té caliente. Después de pasar un momento, pedí la cuenta y al intentar pagar, me di cuenta de que mis tarjetas las había dejado en el interior del auto que estaba estacionado a tres cuadras en el Teatro Municipal de Santiago. O sea, no tenía como pagar la cuenta.
Lo primero que pensé que a futuro próximo debía bajar la aplicación del Banco para pagar con el celular y que modernizarme, era inminente: Le expliqué al garzón mi situación, este me dijo que me creía y además como era cliente del restaurant no creía que tendría problemas, pero para dejarme partir, debía indicarle a la jefa. Como se demoraba un poco, bajé al primer piso y me dirigí a la recepción donde otras meseras me indicaron que el joven que me atendió estaba con la jefa hablando de mi caso.
Cuando me fijé, la situación parecía una escena de tribunales. Me acerqué me presenté y le di mi versión y le solicité autorización para ir a buscar las tarjetas para cancelar. Esta persona que no me conocía, dudó y fue en ese instante que cuatro meseros hablaron a favor de mi persona y de mi marido que en ese momento no me acompañaba.
Jamás se me ocurrió que estas personas que me atendían tenían claro mi perfil y lo sorprendente fue escucharlos cómo me describían como cliente y cómo todos mis relatos se lo indicaban a la jefa para dar fe que volvería.
Para mi interior, me maravillé y esta situación tan humana hizo que me sintiera una verdadera clienta del Restaurant Dominó del Mall Vivo de Santiago Centro.
La jefa tomó mis datos, me dio autorización para buscar las tarjetas. Rápidamente volví y les agradecí a todos. Pregunté cuánto era el máximo de propina y me respondieron el 20%. Desde ese día no bajo del máximo de propina, no podría menos, se la ganaron, no soy un número y me di cuenta de que la simbiosis existe, soy parte de la comunidad de ese restaurant.
Dominó del Mall Vivo de Santiago Centro, tiene un servicio de primera línea y “Los Imponderables” se transforman en un agradable “Inolvidable”.

