Los panoramas culturales como ir a la ópera o ver una exposición de cuadros, resulta una elección muy atractiva en los días de invierno. En su gran mayoría los recintos están calefaccionados, lo que permite disfrutar de mejor manera los espectáculos. Pero el disfrute no termina ahí, es de gran aliento ir a su complemento: El café, esto hace que el itinerario sea más atractivo, pedir algo rico como: chocolate caliente, queque de zanahoria, un delicioso té o un intenso café.
El momento lo elige cada uno, dependerá de los gustos y necesidades de la persona. Algunos prefieren tomar un café al inicio, otros durante e incluso al término de la visita. Lo importante es identificar que cada cliente tiene un programa, con tiempos diferentes y que la prioridad es la cultura y su complemento es el café.
Por lo mismo, los propietarios de los Cafés Culturales o cerca de ellos, deberían tener claro que a la hora de ofrecer sus exquisiteces, los clientes, en su gran mayoría, optan por estar ahí como acompañamiento del panorama cultural, después , puede que su café pase a primer lugar si el servicio de éste, tiene presente los reducidos tiempos de cada uno. Se opta por la cercanía que tiene el café con el teatro. La golosearía de ir después, se da naturalmente por los buenos resultados de la vez anterior.
Fue así como un día domingo, soleado y a media mañana decidimos con mi “chico gourmet” ir a ver la exposición de Pedro Lira, en el Centro Cultural Las Condes. Pero para entrar con energía resolvimos primero ir al café, considerando: recorrido por los pasillos de la sala de exposiciones, más que sentado, uno está parado y puede estar varios minutos en una obra, analizando: La luz, las formas, la intensidad de los colores, en fin, cada detalle de tipo personal. Pero para eso, hay que estar con ánimo, no se puede ir cansado.
En ese contexto, nos instalamos en las mesas de afuera del café cultural que se encuentra al interior del recinto municipal. Había una joven que nos atendió, pedimos té y un queque de zanahoria. Se demoraron 15 minutos en traernos el té, además venía en un plato chorreado, cuando llegó el queque, se había acabado el té. Con todo lo que tuvimos que esperar, aparece la sensación de ahogo porque faltaba ir a lo que se vino: La exposición.
El jueves 9 de agosto, fuimos a ver la ópera Tannhäuser, gran propuesta y muy esperada. Al costado del Teatro Municipal de Santiago, hay un café que se llama Miraflores y típico que a las 18,00 hrs está muy concurrido. Todos los asistentes van al mismo panorama y el personal lo sabe. Esta demás en ser atenta, comprensiva, con las personas que trabajan en ese lugar. Estos están mal acostumbrados que los clientes no les reclamen. En vez de esperar respuestas como: “encantado le traeré su chocolate caliente” o consultar: “¿Va a la función del teatro, le traigo la cuenta con su pedido?”. Le dicen en forma irónica: “ya sé que quiere la cuenta, todos la quieren” o “todos están apurados, todos me dicen lo mismo”. Insólita las respuestas, que no dejan un grato recuerdo. Una va por un café o una cosa rica que acompañe al panorama cultural al que asiste en esa oportunidad, que espera tener gratos momentos y que no se dan todos los días.
Después de 4 horas de ópera quedan ganas de compartir y tomarse una copa de vino, no hay cafés cercas, una alternativa es el Café ópera pero éste debiese hacer una campaña de promoción donde la persuadan, que ellos sí, son una opción de peso para los panoramas de este tipo en Santiago. Al final y considerando las dos experiencias anteriores, optamos por comentar Wagner en la propia casa.
Sería interesante que nos cuente ¿Cuál es su café cultural?
[Este articulo se reedita de la publicación de rutalgourmet.blogspot.com y protocolochile.blogspot.com propiedad de RutaLaGourmet.]